lunes, 27 de febrero de 2012

EN QUÉ CAMBIA TU VIDA CUANDO TE CONVIERTES EN MAMÁ


Hola a todas. ¿cómo lleváis el embarazo? ¿la lactancia? ¿el sueño? ¿la vida? Hoy quiero compartir con todas vosotras (y vosotros si es que hay algún chico) una lectura que he descubierto y que me ha emocionado. Y no me ha emocionado por las hormonas, no, no, emocionarse con las hormonas es llorar porque una hormiga no llega a su casa. Esto es emocionante si amas la vida y cualquiera de sus manifestaciones. Lo ha escrito Luciane Garbin, una periodista y fotógrafa que, además,es MAMÁ de Gabriel (14), Sofía (10) y Matías (8).Que tiene una sobrada experiencia, vaya.
Ella ha escrito a veces sobre la maternidad y una de las cosas más bellas que ha dejado es¿qué cambia cuando eres mamá? Os lo voy a intentar resumir y trasladar a través de mi blog porque creo que es justo que todas compartamos esta belleza, aunque seguramente todas y cada una de las que ya sois madres lo habéis experimentado en vuestra piel.

1. Descubres en tu interior una fuerza que te coge por sorpresa y hasta te asusta por su intensidad. Te sientes como una leona, preparada para defender a tu "cachorrito" con tus propias uñas y dientes.
2. Te das cuenta que puedes ir más allá de tu límite, y del límite de tu límite, y del límite del límite de tu límite... Y esto te hace sentir infinitamente agotada y cansada, pero a la vez infinitamente capaz (¡qué verdad tan verdadera!).
3. Sientes crecer dentro de ti un amor tan fuerte, poderoso y profundo, que a veces hasta te espanta y confunde. "¿Podré querer a otro ser como a esta criaturita?", te preguntas. Ya verás que sí (y ésa será tu gran sorpresa cuando nazca tu próximo hijo).
4. Empiezas a entender, respetar y admirar a tus padres como nunca antes en la vida: "no es posible que mi mamá haya hecho todo esto", pensaba, "¡con cuatro hijos, tan jovencita y sin pañales desechables!" y crece genuinamente tu comprensión y gratitud hacia ellos.
5. Por primera vez, entiendes que "sacrificio" no significa sufrimiento sino: "sacro" + "oficio", o sea, "trabajo sagrado". Comprendes la enorme importancia del lugar que ocupas en el mundo como madre, y el gran valor de tu trabajo.
6. Aumenta tu compasión por todos los niños. Poco a poco te vas haciendo madre no sólo de tus hijos, sino de todos los demás niños del mundo. No soportas ver sufrir a un niño en las noticias, ni en una película de televisión, ni en la calle.
Y entre los cambios más cotidianos...
7. En tu casa, tu vida, tu trabajo... reina un nuevo orden, o más bien, desorden. Aceptarlo es clave para tu felicidad y paz interior, o sea que date por vencida y disfrútalo.
8. Descubres el placer y el valor de los momentos de silencio, de una ducha caliente al final del día, una taza de café con una amiga, una película en casa con tu pareja, una noche de sueño profundo... y disfrutas a fondo cada uno de esos instantes.
9. Borras de tu diccionario la palabra "asco". Cuando a tu hijo se le cae el chupete en el suelo, lo recoges tranquilamente y lo "limpias" con naturalidad en tu propia boca antes de volvérselo a dar.
10. Aprendes a dominar el arte de la improvisación. Compones increíbles melodías, transformas tus dedos en marionetas, e inventas fantásticas y absurdas historias para mantener entretenido a tu bebé (sobre todo cuando está cansado, aburrido o enfermito).
11. Tu cinturita (y todo lo que queda al norte y al sur de ella) definitivamente no es la misma de antes, pero te sorprendes al darte cuenta de que estás mucho más interesada en el ombligo de tu bebé que en el tuyo propio.
12. Las horas dejan de tener 60 minutos y los días dejan de tener 24 horas. El tiempo ahora parece transcurrir a un nuevo ritmo (debido seguramente a algún arte de magia del bebé) y por ese extraño cambio llegas con retraso a casi todas tus citas.
13. Los momentos a solas con tu pareja son escasos y breves, pero los dos aprendéis a disfrutarlos y aprovecharlos, aunque un cierto lloroncete esté a punto de interrumpirlos.
14. Como un malabarista que va agregando más y más objetos a su acto, aprendes a hacer dos, tres, cuatro, cinco... cosas a la vez, ¡y sin que se te caiga ninguna pelota!
15. Compruebas que nada, ni siquiera las matemáticas, es una ciencia cierta. Al fin y al cabo 1 + 1 = 3, y 3 no son demasiados, sino... una familia.
Y por fin, como esa leona que defiende a sus cachorritos, a medida que crecen vas "soltando la rienda" y te das cuenta que ser mamá no significa proteger eternamente a tu niño de los peligros, problemas y conflictos de la vida, sino permitir que vaya enfrentando sus pequeños problemitas, confiada en haberle dado las herramientas necesarias para que vaya aprendiendo a solucionarlos.
Es bonito, ¿verdad? pues eso es todo lo que somos cuando nos convertimos en MAMÁS.
PD: Sugiero leerlo en las noches en vela cuando tu hijo no te deje dormir y estés desesperada, cuando no coma, cuando sientas que no puedes más, cuando todo te vaya mal en el trabajo y al llegar a casa te das cuenta de que tu gran oficio, el de ser mamá, ése sigue intacto aunque se hunda la bolsa...léelo siempre que quieras porque ser mujer nunca había resultado ser tan poderoso.

2 comentarios:

  1. Hola guapisima soy Marián, hacia tiempo que no te leía.
    Aisss que bonito lo que estás viviendo y lo que te espera.
    Estoy deseando que describas el momento en el que le veas por primera vez la cara de tu niña...seguro que me harto de llorar porque cada vez que leo algo tuyo se me encoge to.
    Por cierto te sienta muy bien el embarazo, estás guapísima y no te lo digo por compromiso, es que es verdad.
    Un beso a los tres.

    ResponderEliminar
  2. Hola Guapísima!!! Gracias por leerme y por todo!! Me alegro que os guste a quienes me seguís y sobre todo que pueda servir de ayuda a quien más tarde o más temprano se encuentre en mi situación. La verdad que sí que es bonito esto... ya os contaré también cuando no pueda dormir ni tenga tiempo ni de hablar con mi marío jeje. En fin, supongo que si tanta gente repite será que no es tan malo ¿Verdad? Un beso preciosa!

    ResponderEliminar